Mis preciosas libélulas por encima de mi cabeza revoloteando.
Claro que yo no contaba con que el viento tenía sus propios planes. Así que este último fin de semana, cuando llegué una libélula había salido disparada y el cable se había soltado. No sé si se podrá arreglar, pero el disgusto que me llevé fue bastante grande, pero duró poco, porque enseguida se me olvidó entre mis flores.
Ahora tendré que buscar alguien (marido, padre, hermano o cuñado) que me lo arregle y volver a disfrutar de mis queridas libélulas.
Espero que os haya gustado la entrada de hoy.
¡Hasta pronto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por dedicarme tu valioso tiempo, espero que el paseo por mi blog te haya resultado agradable.
¡Hasta pronto!